Los muros de albañilería se pueden construir colocando los ladrillos de varias formas. Las más usadas son amarre de soga y amarre de cabeza (Ver figura).
Para asentar los ladrillos primero hay que preparar el mortero, que tiene una proporción de 1 volumen de cemento por 5 volúmenes de arena gruesa; esto se logra usando 1 bolsa de cemento, 1 1/2 buggies de arena gruesa y la cantidad de agua necesaria para lograr una mezcla que permita un buen trabajo.
El levantamiento del muro se inicia extendiendo el mortero sobre el emplantillado. Los ladrillos deben humedecerse con agua antes de ser colocados, para evitar que el ladrillo seco absorba el agua del mortero, impidiendo una buena pega.
El espacio entre cada ladrillo debe ser de 1.5 cm apróximadamente. A este espacio se denomina junta y puede ser vertical u horizontal.
La altura máxima de un muro que se puede construir en una jornada de trabajo es de 1.3 m, que equivale a 12 ó 13 fi las. El resto se completará al día siguiente. Esto se hace para que las hiladas superiores no compriman a las inferiores, adelgazando las juntas horizontales. Además, un muro con mortero fresco de más de 1.3 m de altura es inestable y peligroso.
Hay que tener presente que las juntas verticales deben quedar en medio del ladrillo de la fila inferior, esto garantiza un buen amarre de los ladrillos. Los extremos de los muros que terminan contra una columna de amarre deben quedar endentados en 5 cm como máximo.
Luego de cada jornada
de trabajo, se debe
verifi car la verticalidad
de los muros. El desplome no debe ser
mayor de 4 mm en toda
su altura.