SOSTENIBILIDAD
SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL: UNA MIRADA DESDE LA CIUDAD
Ing. Victoria Ramírez V. & Arq.T. Milagros Defi lippi S.
vramire@pucp.edu.pe & maxell486@yahoo.com
Las ciudades son el resultado de complejos fenómenos económicos, sociales, políticos y culturales que interaccionan en el territorio a lo largo del tiempo; son resultado de la historia, que se expresan en los cambios o transformaciones que se producen en su paisaje. De este modo, cada ciudad tiene un paisaje particular, donde interaccionan territorio, edificaciones y naturaleza, involucrando en este último, los parques, jardines públicos y privados, campos cultivados e incluso los “espacios naturales”. Es decir, el paisaje se crea, se destruye, y surge uno nuevo, que otra vez cambia, ¿Esto es bueno o malo?, en términos ambientales signifi ca interrogarse: ¿Las ciudades son realmente “sostenibles”?. La postura dominante afirma que son insostenibles por definición.
LA SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL COMO CONCEPTO
La ambigüedad del término sostenible no puede resolverse de manera simple, el contenido de este concepto es fruto del sistema de razonamiento que se aplique y que según el sistema económico consiste en conseguir una valoración adecuada del capital natural y hacer que la inversión compense holgadamente el deterioro del mismo. Por tanto habría que aceptar que el desarrollo sustentable es aquel que provee las necesidades de la generación actual sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para solventar sus propias necesidades (Nuestro futuro común, 1987/ Informe Brundtland - ONU).
El problema del desarrollo sustentable aplicado, tanto a nivel de ciudad como a nivel territorial, es que no existen reglas claras en cuanto a asignación de recursos naturales, lo que da lugar al abuso de estos en pro de benefi cios individuales generando un costo ambiental y ecológico colectivo que lo paga la sociedad. De esta última afi rmación surge el concepto de calidad de vida, según el cual para que los ciudadanos quieran vivir en la ciudad las condiciones de habitabilidad y calidad de vida tienen que satisfacer sus expectativas y deseos. El problema es que las ideas dominantes y los propósitos conscientes que conforman la calidad de vida de los individuos están basados en la competitividad, en el poder, en la individualidad y en la cultura del objeto, relegando cada vez más aquellas ideas basadas en la cooperación, en la dependencia y en la solidaridad.
INDICADORES AMBIENTALES
Cabe señalar que la preocupación por medir cuantitativamente, a través de indicadores, los aspectos no económicos del desarrollo se remontan a dos siglos atrás con la obra de Jean-Charles Leonard Sismondi, en 1819. El interés por medir las dimensiones medioambientales del desarrollo se vio reforzado con la aparición del informe de la calidad de vida de la EPA (Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos) en 1973, desde entonces han progresado las estadísticas ambientales y la construcción de indicadores de desarrollo que midan los aspectos no económicos de progreso, entre ellos la sostenibilidad, como lo refi eren Winograd, 1993, Hammond et al., 1995, Constanza et al., 1997.
En este proceso, las experiencias más afi nes con la noción de desarrollo sostenible son los indicadores de: Índice de Desarrollo Humano (IDH), Ahorro Doméstico Genuino y el Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES) (Daly y Cobb 1994). En la actualidad se considera que el Índice de Bienestar Económico Sostenible, constituye un indicador más completo que el IDH por medir no sólo el consumo sino también aspectos distributivos y relacionados con la degradación ambiental, al tener como punto de partida el consumo privado, servicios fuera del mercado y la formación de capital construido. Recientemente, el IBES incluye como consumo privado los gastos defensivos, además incorpora, los costos de degradación ambiental, la pérdida de capital natural y los daños ambientalesa largo plazo (Defi lippi, 2006).
Hace poco tiempo ha tomado interés el concepto de Huella Ecológica desarrollado por Mathis Wackernagel y William Rees (Wackernagel y Rees 1996), que considera que la base de cada ser humano, comunidad, región o país produce un impacto en el medio al consumir los servicios y bienes producidos por la naturaleza. Desde esa perspectiva es posible medir la cantidad de área biológicamente productiva que se precisa para proveer en el tiempo los recursos necesarios para las actividades humanas y a la vez, absorber los desechos generados. Por tanto, la huella ecológica representa una variante del concepto ecológico tradicional de capacidad de soporte, defi nido como el máximo de individuos de una determinada especie que un territorio puede sostener indefi nidamente, sin comprometer la productividad total del hábitat natural. Esta idea surgió bajo el infl ujo de la teoría maltusiana, la cual establece un crecimiento geométrico de la población y aritmético en el caso de los recursos, con lo cual llegará un punto en que la población no encontrará recursos sufi cientes para su subsistencia. A continuación se pasa revista a uno de los principales indicadores usados y aplicados para estimar la sostenibilidad, como es el caso del ÍNDICE DE VEGETACIÓN REMANENTE IVR, que expresa la cobertura de vegetación natural de un área como porcentaje del total de la misma, así:
Donde AVR es área de vegetación remanente y At es área total de la unidad, en kilómetros cuadrados. Se consideran 4 categorías de transformación, por modifi cación de la propuesta de Hannah, sobre una base cuantitativa. Los resultados se relacionan, por comparación con valores de referencia, con su capacidad para sostener funciones ecológicas y servicios para la sociedad y se relacionan con la sostenibilidad, así: a) NT o no transformado, cuando IVR ? 70%, esto es, al menos 70% de la vegetación primaria permanece en una unidad. NT corresponde a Sostenibilidad Alta (SA); b) PT o parcialmente transformado, cuando 30% <IVR< 70% : Sostenibilidad Media (SM); c) MT o muy transformado, cuando entre 10% <IVR< 30%: Sostenibilidad Baja (SB) y d) CT o completamente transformado, para IVR<10% : Sostenibilidad improbable (NS).
EL RANKING AMBIENTAL DE LIMA SEGÚN EL IVR
A continuación se presentan los principales resultados obtenidos en la elaboración del ranking ambiental de la ciudad de Lima, a nivel distrital, el cual se ha sustentado en la estadística ofi cial del Instituto Nacional de Estadística e Informática, tanto a nivel de indicadores de población, como de estadísticas ambientales. Por los resultados obtenidos, se observa una distribución asimétrica por el IVR, en la Figura Nº 1 se aprecian estos valores para los principales distritos de Lima, los cuales han sido ordenados con una prelación inversa, de modo tal que los distritos con menor IVR se ubican en los primeros lugares, en tanto los distritos con una IVR más elevado se ubican al fi nal. De este modo, se tiene que los distritos con menor IVR son, entre otros, Cieneguilla, Ancón, y Lurigancho (los datos abarcan solo los centros urbanos, no todo el distrito). En cambio en la orilla opuesta se encuentran: Magdalena del Mar, San Borja y San Isidro.
Al aplicar este indicador (IVR), es posible determinar el nivel de transformación del espacio urbano. Según nuestras estimaciones, se tiene que el 86 % del espacio que ocupa la ciudad de Lima se encuentra en la categoría de transformación completa, en tanto que el 14 % restante, tiene un nivel moderado de transformación. Esto último, nos permite afi rmar que los niveles de transformación del medio son elevados, y han sido provocados básicamente por las migraciones de las cuatro últimas décadas.
Finalmente debemos entender que la estimación de indicadores que refi eran tanto el posicionamiento ambiental como la sostenibilidad es una tarea urgente de cara a la gestión estratégica de los espacios urbanos, como un mecanismo importante en pos de lograr las metas del milenio. Sin embargo, la ausencia de estadísticas ambientales más detalladas y de mejor calidad, impiden expandir la amplitud de sus aplicaciones en el mediano plazo. Esto constituye una seria limitación para el país, y debilita la gestión ambiental de las ciudades. Asimismo, debemos tomar conciencia de la necesidad de desarrollar los componentes conceptuales de la sostenibilidad ambiental aplicada al ámbito urbano.